Mi vida cambiaba rotundamente, no sólo porque disfrutaba de la llegada de mi segunda hija sino porque, a los pocos días, me diagnosticaban Linfoma de Hodgkin. No entendía bien de qué iba la cosa ya que no tenía información alguna de la existencia de dicha enfermedad. Pasé días muy malos internada y lejos de mis hijas, que en ese momento tenían sólo 2 años y ocho meses (la mayor) y 2 meses (la pequeña). Fue muy duro tener que estar alejada de ellas y no poder brindarles todo lo que necesitaban.El comienzo de mi primera sesión de quimioterapia fue muy traumático ya que no sabía con qué me iba a encontrar. Creo que en estos momentos uno debe hacer como los caballos; vendar sus ojos de costado y mirar siempre adelante. En estos pasos me ayudó mucho el buen humor, las ganas de salir de esto y el pensar en que «lo tenía que hacer por ellos».
En mi tratamiento conocí personas y profesionales maravillosos y perdí algunos amigos pero también gané muchos otros. Los que hoy día están ahí cuando más los necesito, porque ellos, mis compañeros de batallas, saben de qué va la cosa, me comprenden y me apoyan.También realicé tratamiento de radioterapia. Recuerdo que tenía que recorrer un largo trayecto para acudir al centro de diagnóstico y, una vez ahí, eran sólo unos minutos. Me sentía como un pollo rebozado; era vuelta y vuelta y a casita, ¡jaja!
Hace muy poco tiempo recibí la remisión completa. Aunque no lo crean me puse triste ya que le había tomado mucho cariño a mi hematólogo. Fueron tantos años que acabé cogiéndole mucho cariño. Parecía una película; todos esos años pasaban por mi mente, recordaba cada cosa, cada momento… No podía creerlo pero, así fue, el médico dijo: «Ya está, el cuco se fue, basta de miedos».
Hoy día me dedico a ayudar a mis compañeros de batalla aportando mi granito de arena, hago trabajos solidarios y hace unos días me han entregado un diploma que me llena de orgullo; soy «promotora de voluntarios para la donación de sangre». Siempre me apasionó todo lo que tenía que ver con la medicina. Quién me iba a decir que algún día me dedicaría a alguna rama de ella.Doy gracias a DIOS por poder disfrutar de la vida y sobre todo de mi familia, que siempre fue un pilar importante, que estuvo ahí para contenerme y darme todo su AMOR, ese AMOR que día a día me hace sentir que VALE la pena estar viva. Los amo y son la mejor medicina que pueda haber.
Desde mi humilde opinión les digo que cuando la vida nos da otra oportunidad hay que saber aprovecharla día a día. Sobre todo hay que disfrutar de los buenos momentos, desechar lo malo y tomar lo bueno. Disfrutar del cálido Sol que nos envuelve con su calor, del viento, de las nubes, de todo lo que está a nuestro alrededor y, sobre todas las cosas, ¡de estar vivo!Si seguimos estando es porque tenemos un objetivo que cumplir. Tal vez sea éste, el de decir: Adelante, ¡luchen porque se puede! No hay que tenerle miedo al cáncer, hay que tener Fe, esperanza y, sobre todo, mucha fuerza para no dejarse vencer. Es muy duro mirar a tu alrededor y no saber si mañana vas a estar pero también es malo tirarse en una cama y dejarse vencer. Por eso, cuando la vida te da otra oportunidad no la mal gastes y disfruta. ¡Que la vida es hermosa!
Dedicado a todos los que ya no están.»
Gallega (María Alejandra)