Me diagnosticaron el 8 de Mayo del 2020 en plena pandemia de LLA, soy Venezolana y mi núcleo familiar es muy pequeño, desde el diagnóstico me sentí devastada y desesperanzada. Pero ese mismo día me trasladaron a Fundaleu para comenzar, en mi caso, el reto más grande de determinación que cualquier persona pueda tener.
En Fundaleu su cuidado y acompañamiento fueron para mi las madres, padres, tíos, primos, amigos y hermanos que no pudieron estar ahí, fuese por el covid o por la misma razón de estar sola en un país extranjero…
Cada día alguien me daba esperanza y fuerzas, así que yo solo puedo decir que me dejé guiar y recibí todo lo que necesitaba para poder curarme, de manera cuidadosa y personal.
Se convirtieron en mi hogar y cada día sentía que mi vida no se había perdido, que estaba luchando y que estaba en las mejores manos.
Mis doctores, Luciana y Fede fueron el pilar de cada paso, cada quimio, cada transfusión, cada punción. Y responsables de que cada sonrisa no se me borrase con los meses.
Hoy actualmente estoy en remisión, totalmente sana, mi médula limpia y con un bebé en camino…
Jamás me había sentido tan llena de vida, gracias a la manos que me sostuvieron cuando yo no tenia la fuerza, ni sabía cómo.