TESTIMONIO FUNDALEU
¡Hola! Soy Mariana Díaz Pérez, tengo 44 años, soy la esposa de Ezequiel y la mamá de Santiago de 11 años y Marcos de 8 años. El año pasado Santi volvió del Colegio y me preguntó por qué habíamos elegido ese nombre para él, que se había conversado en la clase. Y le conté la historia de su nombre que también es mi historia.
Cuando tenía 19 años, estaba estudiando para un examen final de la Facultad, me agarró un fuerte dolor en el pecho que no me dejaba respirar bien, mi mamá me sugirió ir a la guardia, y yo pensando en que si me encontraban algo era una buena excusa para no rendir al otro día, fui sin quejarme. Allí la médica clínica de guardia me explica que era una contritis seguramente por los nervios del final que tenía al día siguiente, pero por las dudas me manda a hacer una placa de tórax. Cuando me hacen la placa, vemos con mi mamá que había varios médicos mirándola. Resulta que ven una mancha grande cerca del corazón y me mandan al cardiólogo pensando que tenía agrandado el corazón. Voy al cardiólogo y me hace un ecodoppler donde ve que tengo bien el corazón, pero había otra cosa. Me manda a ver al oncólogo previo una tomografía computada. Así fue que unos días después mis padres consiguen sobre turno con el mejor médico oncohematólogo que me podía atender, el Doctor Santiago Pavlovsky. Digo el MEJOR, no sólo por su formación académica, sino también como ser humano, siempre con las palabras justas transmitiéndome confianza y paz, humilde y de buen corazón, lo recuerdo con muchísimo cariño y admiración.
Después de la punción me diagnosticaron Linfoma No Hodgkin de células B en el mediastino, empecé el 18 de diciembre con tratamiento de quimioterapia en Fundaleu cada 21 días (me internaba 1 día entero) y en febrero ya el tumor se había reducido completamente. Luego me convencieron de realizarme el autotransplante de médula ósea, para asegurarnos que el tumor no vuelva, así que estuve 17 días aislada en una habitación en Fundaleu, fueron los días más difíciles de mi vida, pero no tengo más que palabras de agradecimiento con todo el equipo médico, de enfermeros, técnicos de hemoterapia, maestranza, asistentes sociales, administrativos, todos me atendieron y me contuvieron maravillosamente todos esos meses de tratamiento.
Gracias a Dios, a mi familia, a mis amigos y amigas, a todos los profesionales de la salud, a mi médico Santiago y a mi fuerza de voluntad, me curé y hoy les puedo contar esta historia de resiliencia a mis hijos y a todos los que la quieran escuchar…a veces lo cuento y parece que le pasó a otra persona, el paso del tiempo te hace olvidar los dolores y la tristeza infinita que sentiste alguna vez.
Lo que nunca nos vamos a olvidar los que sobrevivimos a esta enfermedad, es el amor y la generosidad de todas las personas que nos acompañaron en el proceso, de la alegría de sentir que podés luchar y ganarle, con tu cuerpo y alma.